ORAD SIN CESAR

                                                                                                              ORAD SIN CESAR

 

Señor: “Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío ”
Sólo tú puedes librarme de las trampas del cazador y de las mortíferas plagas,
pues me cubrirás con tus plumas y bajo tus alas hallaré refugio.


¡Tu verdad será mi escudo y mi baluarte!
 No temeré el terror de la noche, ni la flecha que vuele de día,  ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía.


Podrán caer mil a mi izquierda, y diez mil a mi derecha, pero a mí no me afectará.
No tendré más que abrir bien los ojos, para ver a los incrédulos recibir su merecido.


Te he puesto a ti Señor como mi refugio, a ti mi Dios como mi protección, 
ningún mal habrá de sobrevenirme, ninguna calamidad llegará a mi hogar.
Porque tú ordenarás que sus ángeles me cuiden en todos mis caminos.


Con sus propias manos me levantarán para que no tropezar con piedra alguna.
 Aplastaré al león y a la víbora; ¡Pisaré fieras y serpientes!


Tú Señor me librarás, porque me has unido a ti; Me protegerás, porque he reconocido tu nombre.


Te invocaré Señor, y me responderás; Tú el eterno estarás conmigo en momentos de angustia y me has prometido que me librarás y me llenarás de honores.


Me colmarás con muchos años de vida y me hará gozar de mi salvación.
Lo creo con todo mi corazón.

Amén.

 

Cuando nuestros pensamientos se vuelven hacia la preocupación, el temor, el desánimo y el enojo, debemos consciente y prontamente convertir cada pensamiento en oración y cada oración en acción de gracias.

Pablo, en su carta a los filipenses,  nos ordena dejar de estar ansiosos y en su lugar, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” Filipenses 4:6

 

Él enseñó a todos los creyentes en Colosas a “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias.” Colosenses 4:2

 

Pablo exhortó a los creyentes efesios a ver la oración como un arma para usarse en la lucha de batallas espirituales

“orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.”  (Efesios 6:18).